Dos singulares enfoques sobre los caminos para hacer más práctico y eficiente al Estado se expusieron hace unos días cuando, por un lado, disertó un experto en Administración y Políticas Públicas que sostiene que la digitalización no sólo mejora la conectividad, sino que además contribuye a dar más eficiencia y productividad a la tarea estatal; y por otra parte, se supo que la Municipalidad capitalina se sumó a un programa internacional de capacitación sobre cómo aprovechar los datos y la inteligencia artificial para evaluar las necesidades, reforzar los servicios y redactar políticas que recojan y difundan prácticas basadas en resultados.
El planteo del experto abre el espectro de las formas en que las urgencias de los nuevos tiempos presionan sobre las viejas prácticas de la maquinaria estatal. La pandemia de la Covid-19 aceleró el proceso de incorporación de la tecnología tanto en la actividad privada como en el sector público. La Inteligencia Artificial se convirtió en una aliada en la dinámica organizacional. Sin embargo, al Estado aún le cuesta desprenderse de algunos nichos de la burocracia que atentan contra el tiempo de los ciudadanos, se planteó en el análisis del especialista. “Si las empresas crean valor y generan riquezas con la explotación de los datos podríamos decir que el mundo es un planeta digital. Y entonces, ¿por qué el Estado es un animal analógico?”, se preguntó. Y planteó que si el Estado no está haciendo bien las cosas, le traslada el costo al administrado. “Y el mayor costo dentro de la industria de la economía del conocimiento es que te hagan perder tiempo. Cuando el Estado le hace perder el tiempo a los privados, a las personas, a la sociedad civil, te hacen perder también competitividad”.
El paso siguiente, tras el diagnóstico de lo que sucede, es saber primero qué tiene el Estado, qué sabe de la gente, qué base de datos tiene. Según el especialista, de los datos se ha de pasar a políticas basadas en evidencias y sobre estas, con la Inteligencia Artificial, se puede pasar a políticas públicas anticipatorias: saber cuántas vacunas se debe asignar, cuántos turnos se puede trabajar por día o por hora, cómo regular la onda verde de los semáforos en una ciudad o infinitas aplicaciones que puede desarrollar en seguridad, en educación o en transporte y en el cuidado del medio ambiente. “Para eso necesitamos tener datos, explotarlos, contar con un marco regulatorio, infraestructura y una cultura organizacional”.
Esto implica, dijo, una transformación desde los planes de capacitación del Estado, sin importar si es una provincia o una municipalidad. “Hay que educar y entrenar a los empleados y a las empleadas públicas en competencias digitales”. Sin embargo, hacer esto con eficacia exige que el Estado disponga de una base que oriente la forma en que se recolectan, comparten y utilizan los datos. En ese sentido, el programa en el que se capacita la Municipalidad se acerca a eso. “Las ciudades que están aprovechando la extraordinaria cantidad de datos que existen están mejor posicionadas para comprender las necesidades de los residentes, buscar soluciones innovadoras y liderar cuando se trata de inteligencia artificial”, dijo uno de los directores del programa.
La cuestión, como dijo el experto en Administración, es que los procesos se realicen con mirada holística, es decir que los cambios sean integrales y no en determinadas áreas que terminan siendo “islas de excelencia” en un estadio que se vuelve fragmentado. “Debemos mejorar la infraestructura estatal, la conectividad, la forma de hacer los trámites -concluyó el especialista- ; dar esa batalla cultural para que la Argentina se convierta en un polo de atracción para la economía del conocimiento”.